Brochetas de fresas con bizcocho de chocolate blanco 100

“Love is in the air” o eso dicen los enamorados más cursis que celebran San Valentín. Pues sí. Increíble que una tradición extranjera esté teniendo tantísima acogida con el paso de los años. Yo prefiero celebrarlo un día cualquiera en plan sorpresa (“Oye, ahora llega la canguro, ponte guapa que nos vamos de cena” ¿Alguien se da nuevamente por aludido?). Mis hijos les llama mucho la atención esto de que un ángel mande corazones adiestro y siniestro. ¿Cómo lleváis eso del amor, los besos y los te quieros? Mi hijo mayor lleva fatal los besos y las declaraciones de amor. Se muere de la vergüenza y se esconde debajo de los cojines cuando en un cuento o en una película ocurre el ineludible momento “y vivieron felices y comieron perdices”. Él dice que aún no tiene novia, que eso le interesa 0% pero le auguro un futuro algo atormentado. Su sueño es tocar el acordeón o la guitarra y vivir en París. ¿Un poeta más en la familia? Por favor que no le partan el corazón porque aquella que se atreva a hacerlo, la despellejaré viva. O casi.

Si algún día queréis leer una historia de amor de verdad, os recomiendo sin duda cualquiera de las versiones de “Tristán e Isolda” (la de Béroul o la de Thomas). Tanta resonancia tuvo esta historia en la Alta Edad Media que siglos más tarde Shakesperare la reinterpretó en su conocido drama “Romeo y Julieta”, obra que,  a su vez, emuló diversos episodios del mito griego de “Píramo y Tisbe”, un amor prohibido contra viento y marea que termina en tragedia. Porque hasta que no llegó Disney con sus príncipes azules y sus doncellas laboriosas con trastornos de limpieza obsesiva, todas las historias de amor finalizaban con la muerte de sus protagonistas. Lo afirmo con conocimiento de causa después de dedicar años al estudio del amor en la literatura y a la presencia de la mujer en dicha tipología de textos. Tengo una tesis doctoral bajo la manga que me está guiñando el ojo en estos precisos instantes.

La receta de hoy, con o sin amor, es estupendísima para cualquier picnic. En veranito incluso se puede “tunear” con frutas fresquitas y creo que le daría la vuelta al pincho de fruta y al bizcocho de siempre. La idea de esta receta la tomé de los brownies de chocolate blanco del blog de Las recetas de pumuki  pero cambié totalmente las cantidades y omití algún ingrediente. Soy una bloguera muy desobediente.  El resultado es “resultón a morir” y fácil pero que MUY fácil. 100 en todo y con esta memotécnica ya no tenéis ni que apuntar. Dulce pero solo lo suficiente, suave y muy esponjoso. La decoré con trozos de barritas de Kinder Bueno, pero es completamente opcional.

Ingredientes del bizcocho:

• 3 huevos
• 100 gr. chocolate blanco
• 100 gr. mantequilla sin sal
• 100 gr. harina tamizada
• 1 cucharadita de polvo de hornear
• 1 cucharadita de vainilla

Brochetas:

• Brochetas de bambú
• Fresas lavadas sin hojas
• 2 barritas de Kinder Bueno

Preparación:

1. Derretir la mantequilla a fuego bajo. Apagar el calor y añadir el chocolate en trozos pequeños. Añadir la vainilla. Dejarlo enfriar.
2. Batir los huevos con el azúcar y añadir la mezcla del chocolate y batir lo justo. Incorporar la harina y el polvo de hornear y mezclar manualmente con una lengua de silicona.
3. Disponer en una bandeja de horno rectangular o cuadrada, previamente forrada con papel vegetal o de horno. Hornear a 180 grados durante 20 minutos.
4. Cortar el bizcocho en cuadrados iguales. Utilizar una regla para que los trozos queden igualados. Intercalar una fresa con un trozo y servir. Puede decorarse con virutas de chocolate de Kinder o bien con chocolate derretido como “dip”.
5. Una vez montadas las brochetas, deberán conservarse en la nevera.