Cookies de chocolate 70% y avellanas

Soy una fan absoluta de las cookies y esta receta a la que he llamado “infalible” en otro post, permite variaciones accidentales o intencionales. Mi pequeño ayudante de cocina las preparó 100% y les dio su toque, por decirlo de alguna manera. Yo dispuse todos los ingredientes, quería que esta vez los trozos de chocolate fueran irregulares y más grandes de lo normal y les puse avellanas. Este verano como entretenimiento mis hijos se dedicaron varios ratos a abrir almendras y avellanas en el jardín de la casa donde pasamos las vacaciones. Estas tareas que se va a otra velocidad y se disfruta de cosas sencillas. Entre pitos y flautas terminaron con una montaña de avellanas que nos fuimos comiendo y, otras, que reservamos para esta receta. ¡Eso sí que es trabajo en equipo!

Mientras mi ayudante mezclaba el huevo, el azúcar y la mantequilla yo doré las avellanas en una sartén. Luego las dejé enfriar un poco y las trituré en un mortero. “Sigue tú”, le pedí a mi hijo. Además de continuar machacando las avellanas decidió añadir el chocolate “así ya está”, pero claro, como algo de calor debían tener, pues el chocolate se derritió y le quedó una pasta a la que también añadió sal. Sí señores. Descuidos míos. Me fui a tender la ropa y mi pequeño chef hizo de las suyas. Solo descubrí que le había puesto sal cuando las saqué del horno y las probé. Asumo que le puso una cucharada bien generosa.

Aquí estamos puestos con la última tendencia en repostería. Mezclar el chocolate con la sal. La primera vez que probé unas trufas acompañadas de diferentes sales me sorprendió positivamente el contraste de sabores. Tengo que confesar que tanto mi marido como yo somos unos apasionados de la cocina y que antes de tener hijos nos gastábamos casi todo el sueldo en restaurantes y en la compra del mercado. No en vano cada uno se subió 10 kilos los dos primeros años que vivimos juntos. La trufa con sal o mousse de chocolate con sal Maldon se convirtió en un postre muy recurrente en los fogones que fuimos probando y ahora con estas galletas descubro con sorpresa que aún esa mezcla de sabores me encanta y me trae gratos recuerdos. Si os sigue pareciendo un invento marciano, tranquilos. No le pongáis sal. Sin sal están buenísimas también.

Estas galletas fueron nuestro tentempié de una agradable excursión que hicimos al lago de Malniu en los Pirineos catalanes.  Dejamos el coche en el parking que se encuentra pasando el refugio de Malniu, donde hay mesas de picnic y una pista de esquí nórdico, y caminamos con muy poco desnivel hasta el lago. Prometo un post de este espléndido paraje por tratarse de un lugar ideal para disfrutar de la naturaleza en familia. El  trayecto fue muy corto. 30-40 minutos a paso de peques y el lago es uno de los sitios más hermosos que he visitado en la montaña y al que espero volver muy pronto. Las galletas nos supieron a gloria después de la caminata y la disfrutamos mientras observábamos el azul y el verde del paisaje.

Ingredientes:

• 170 gr. harina corriente
• ½ cucharadita de polvo de horbear
• 150 gr. azúcar
• 200 gr. chocolate negro
• 80 gr. mantequilla en pomada
• 1 huevo
• 100 gr. de avellanas
• 1 cucharadita de sal
• 1 cucharadita de esencia de vainilla

Preparación:

1. Encender el horno a 160 grados centígrados. Batir la mantequilla, el azúcar y la vainilla.
2. Añadir el huevo y batir sin superar los 10 segundos.
3. Incorporar la harina, la sal y el polvo de hornear con la ayuda de una espátula.
4. Hornear las avellanas durante 10 minutos hasta que doren o bien calentarlas en una sartén. Dejar unos segundos que se enfríen.
5. En un mortero o un procesador, triturar las avellanas tostadas y añadir paulatinamente el chocolate en trozos.
6. Verter esta mezcla en la masa de las galletas y revolver lo justo para que adquiera una consistencia homogénea.
7. Realizar bolas pequeñas y disponerlas en una bandeja apta para horno con papel vegetal. Dejar espacio entre cada una porque crecerán.
8. Hornear a 160 grados centígrados durante 10-12 minutos máximo. Si quedan blandas o os parecen crudas, una vez se enfríen veréis que tienen la consistencia de un brownie, tiernas y maravillosas.